Clodia, la rebeldía hecha mujer!!

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Catulo leyendo sus poemas en casa de Lesbia – Sir Laurence Alma Tadema

Clodia – forma “plebeya” de su nombre patricio, Claudia Metela –, aunque seguramente escandalizara a las matronas más conservadoras de su tiempo, ha dejado huella en la historia por varias razones, sin embargo las más de las veces éstas no fueron favorables para ella. La primera precisamente fue el haber suscitado el amor del joven poeta, Cayo Valerio Catulo, quien dándole el nombre de Lesbia (1), le dedicó versos hermosísimos alabando su belleza. Catulo menciona a Lesbia en 25 de los 116 poemas que de él se conservan.

«Vivamos, querida Lesbia, y amémonos,
y las habladurías de los viejos puritanos
nos importen todas un bledo.
Los soles pueden salir y ponerse;
nosotros, tan pronto acabe nuestra efímera vida,
tendremos que vivir una noche sin fin.
Dame mil besos, después cien,
luego otros mil, luego otros cien,
después hasta dos mil, después otra vez cien;
luego, cuando lleguemos a muchos miles,
perderemos la cuenta para ignorarla
y para que ningún malvado pueda dañarnos,
cuando se entere del total de nuestros besos.»

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Así describía Cátulo sus sentimientos, o más bien su pasión, hacía esta peculiar y extraordinaria mujer, quien era mayor que él y, ni más ni menos, que la mujer de su protector Metelo, el antiguo gobernador de la Galia Cisalpina.

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Catulo

Catulo se convertiría en uno de los poetas más importantes e influyentes de su época, e incluso aún hoy nos fascina su poesía. Nació en Verona en el 87 aC, de una familia de rango ecuestre, estudió en Roma donde se estableció en el año 62 a. C. y en donde se introduciría en los cenáculos literarios de los llamados despectivamente por Cicerón poetas neotéricos: Helvio Cinna, Licinio Calvo, Valerio Catón, Cornificio, Furio Bibáculo y los eruditos Marco Terencio Varrón y Cornelio Nepote. Los neotéricos se caracterizaban, en primer lugar, por una gran afición a la poesía griega alejandrina de Calímaco y, en segundo lugar, por el deseo de cultivar una lírica refinada y concisa, helenístico-alejandrina, de un perfecto acabado formal.

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El gorrión de Lesbia, De Joncières (1899)

Pero este enamorado, que tan bien manejaba la pluma, cuando Clodia enviudó en el año 59 a.C., y las cosas no salieron como esperaba, se revolvió contra ella, debatiéndose primero entre el amor y el odio, pues fueron varias las reconciliaciones entre ambos, si hacemos caso de los poemas en lo que Catulo celebra y lamenta a la vez el regreso de su amada, hasta que finalmente la atacará con saña en sus versos, dando de ella una imagen terrible.

«Nulli se dicit mulier mea nubere malle quam mihi, /
non si se Iuppiter ipse petat. /
Dicit: sed mulier cupido quod dicit amanti, /
in vento et rápida scribere oportet aqua»

(«Con nadie más que conmigo dice mi amada que se uniría, / ni aunque Júpiter mismo se lo pidiera. / Eso dice: pero lo que dice la mujer enamorada a un amante / conviene escribirlo en el viento y en el agua rápida»)

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Lesbia y su gorrion, John William Godward (1916)

Por otra parte, el clima conflictivo del momento fue aprovechado para atacar a su  hermano Clodio, Tribuno de la Plebe, al que estaba muy unida. Los enemigos políticos de éste la utilizaron, difándola y perjudicando su reputación, como arma contra él. En esta tarea Cicerón, uno de sus más feroces detractores, se empleó a fondo.

Clodia podría ser considerada una mujer «independiente y libre» que nació fuera de su tiempo y lugar. Una mujer que contravino todas la convenciones sociales de la vieja Roma, la Roma republicana, en donde a las «buenas» mujeres romanas, a las matronas, se les exigía un comportamiento y, aún más allá, un pensamiento abnegado al hogar, a la familia y por encima de todo al esposo, al Pater Familiasquien poseía el control de sus vidas. En este contexto apareció una fémina que nada tenía que ver y que, de haber sido en otros tiempos, quién sabe a dónde la hubieran llevado sus pasos. ¿Quién fue? ¿De dónde vino? ¿Qué hizo? y ¿a dónde llegó? Vayamos desvelando su historia.

CLODIA, LA PATRICIA QUE QUISO SER PLEBEYA 

Primer siglo antes de Cristo. Nos encontramos en Roma en una época convulsa marcada por fuertes disputas políticas en una República que agonizaba, ingobernable y enferma, a causa de la corrupción del Senado y de la clase política en general. Clodia, nacida en el año 97 a.C., fue coetánea de grandes personalidades: Julio César, Pompeyo el Grande, Catón de Útica y Cicerón entre los varones, y Aurelia, Fulvia, Servilia y Cleopatra, entre las mujeres.

Tiempos de grandes cambios para Roma, de conflictos internos entre Optimates y Populares que desembocarían en varias guerras civiles hasta el trágico final de Julio César en las Idus de marzo del año 44 aC, lo que finalmente provocarían un cambio de régimen, al Principado y al Imperio, con la llegada de Augusto.

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Claudia Metela nacía en el seno de una familia patricia, nada más y nada menos que la de la gens «Cláudia«. Era la tercera hija de Apio Claudio Pulcro y Cecilia Metela Baleárica y, como era tradición entre las familias patricias, recibió una buena educación enfocada a hacer de ella una buena matrona. Sin embargo, tanto Claudia como su hermano, el político Publio Claudio Pulcro (cuya hija también llamada Clodia Pulcra estaría brevemente casada con Augusto), que se sentían más cerca del pueblo, llegaron al extremo de modificar su nombre patricio por el de Clodia y Clodio respectivamente, un nombre más cercano a los plebeyos.

Clodia se casó en primeras nupcias con un tal Lúculo del que se divorciaría en el año 66 a.C. para volver a casarse a los 30 años con su primo Quinto Cecilio Metelo Céler, quien sería Consul en el año 60 aC,  y pertenecía también a la más influyente aristocracia. Sin embargo, Clodia no se plegaba ni siquiera a los deseos de su marido. Al parecer, el matrimonio llegó a una especie de entente cordial por la que cada cual gozaba de su propio espacio.

Clodia no se resignó a ser una matrona romana dedicada exclusivamente a su familia y a sus dominios, y su fama de amante de la buena vida, las fiestas e incluso los amantes se extendió por la Ciudad Eterna. Su mala reputación llegó a hacer que sobrevolaran sobre ella sospechas de asesinato tras la muerte de su esposo en circunstancias extrañas en el 59 a.C.

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Catulo y Lesbia, de Sir Lawrence Alma-Tadema

Este personaje, que perfectamente podría haber caído en el olvido de la historia, ha llegado hasta nosotos gracias a los poemas de Catulo, de quien, como hemos visto, Clodia se convertiría en amante y en musa seguramente cuando éste llegó a Roma y fue acogido como huésped en casa del cónsul Metelo. Sus poemas a Lesbia, expresan profunda pasión y devoción.

Sin embargo el amor de Catulo se tornó en odio cuando, ya viuda, Clodia no quiso consolidar la relación y no dudó en continuar con su vida disoluta y en mantener relaciones con otros hombres, entre ellos un gran amigo de Catulo, Marco Celio Rufo. Despechado, el poelta decidió abandonar Roma y trasladarse a Bitinia, donde se encontraba su hermano. Desde allí dedicaría algunos versos bastante mordaces a su antigua amante, convirtiendo a la mujer independiente que antes amaba en una prostituta impúdica y sin sentimientos. Constantes infamias y calumnias fueron extendiéndose por las calles de Roma mientras Catulo desesperaba ahogado en sus propios versos. Un despecho que expresó así:

«Nuestra Lesbia, Celio, aquella Lesbia,
aquella Lesbia a quien Catulo amó,
más que a sí mismo amó, más que a todo lo suyo amó,
ahora en esquinas y en callejuelas
se la pela a los magnánimos nietos de Remo»

Pero las informaciones que poseemos sobre Clodia no sólo provienen de Catulo, sino también de Cicerón, amigo del poeta y de Celio y enemigo político de su hermano Clodio, pues había sido el responsable directo de su destierro. Por él sabemos que sus amoríos tendrían repercusión en la vida política, pues al terminar la relación con Celio en 56 aC, Clodia le acusó públicamente de intentar envenenarla. Celio, quien a su vez también había sido acusado por L. Sempronio Atratino de varios delitos de violencia contra las leyes y entre ellos la acusación de asesinato de Dión, sería defendido por Cicerón.

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Busto de Cicerón

Y Cicerón centró su defensa en en acusar a Clodia de los cargos por los que se juzgaba a su defendido, argumentando que ésta se sentía despechada porque Celio la había abandonado tratándola muy duramente, (discurso Pro Caelio). Ésta fue acusada de ser una seductora y una borracha, y hasta de cometer incesto con su propio hermano. La calificó como la «deshonra de la estirpe Claudia» y la apodó Clodia la Medea del Palatino. 

Después del juicio de Celio, en el que éste fue encontrado no culpable,  Clodia Metela fue olvidada por la historia pues se desconoce su destino e incluso la fecha de su muerte. Fueron por tanto las hermosas y luego tristes palabras de Catulo quienes inmortalizaron el nombre de una mujer demasiado independiente para su tiempo.matrona-romana

Una injusticia que se ha prolongado durante siglos puesto que tanto los poemas de Catulo como los discursos de Cicerón han atravesado dos milenios. Así, Clodia, por defender su propia libertad, por adelantarse a su tiempo y vivir sin las sujeciones a las que estaban sometidas las demás mujeres, sufrió un castigo brutal y su nombre quedó manchado para siempre. Constituye, por tanto, un temprano ejemplo de la vulnerabilidad de las mujeres y una advertencia pues «su reputación se quiebra fácilmente cuando no se someten a los deseos y a las normas impuestas por los hombres»

Notas
1- Nombre de valor métrico equivalente a Clodia, lo que declara también la afición común de los amantes a la poetisa griega Safo de Lesbos. Lesbia es identificada en la segunda mitad del siglo por el escritor Apouleyo (Apología 10) como «Clodia». Desde la biografía que del poeta que redactara el erudito alemán Ludwig Schwabe (1862), se identifica a Lesbia con Clodia.

Fuentes

2 comentarios en “Clodia, la rebeldía hecha mujer!!

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