Para aquellos que nos gusta la Historia, imagino que igual que para los que les gustan las mates o las ciencias, no hay nada más satisfactorio que nuestros hijos nos pidan ayuda para resolver un problema o, como es mi caso hoy, para hacer una redacción sobre una de las figuras que más han influido en la Historia: Alejandro Magno.
Así que, a la pregunta de «¿Mamá, me ayudas con esto?», no he podido más que frotarme las manos y, en un visto y no visto, voilà!… una redacción en palabras sencillas y entendibles para una alumna de 4º de Primaria. Lo que más ilusión me ha hecho ha sido el hecho de darme cuenta de que, para los niños, al igual que para los adultos, aquello que más les agrada son las anécdotas, es decir, el humanizar al personaje. Sobre Alejandro hay muchas, alguna le he contado, pero lo he dejado para el final. Lo primero es lo primero!!! Ahí va la redacción para el cole:
Alejandro Magno
Alejandro III, hijo de Filipo II de Macedonia y discípulo del filósofo Aristóteles, nació en el año 356 a.C. y, a la edad de 20 años, sucedió a su padre en el trono.
Alejandro recibió el título de “Magno” porque, siendo un rey tan joven, venció al poderoso Imperio Persa y a su rey Darío III, iniciando una época que de conquistas que le llevó a extender sus dominios desde Grecia, Egipto y Babilonia hasta Asia Central llegando incluso a la India. Aunque parezca increíble, Alejandro nunca fue derrotado y es quizás el caso único en la historia militar mundial.
Sus conquistas consiguieron que la cultura griega se expandiera por todo Oriente gracias también a la llamada «política de fusión», por la cual Alejandro promovió la integración de los pueblos sometidos incorporando a sus gentes al ejército y favoreciendo los matrimonios mixtos entre sus soldados y mujeres de dichos territorios.
Obligó a sus soldados a cruzar desiertos, sierras y selvas, adentrándose en misteriosos países donde conquistó a todos los que osaban enfrentarse a él, pero tras largos años de luchas, sus ejércitos se negaron a seguir avanzando hacia Oriente, por lo que Alejandro retornó a Babilonia en donde, en junio del 323 a. C., a la edad de 33 años, murió en circunstancias extrañas, unos dicen que envenenado y otros que pudo ser de la malaria.
Tras su muerte, sin nombrar heredero, el Imperio que había conquistado se repartió entre sus generales.
Sus hazañas le han convertido en un mito, ensalzado como el más heroico de los grandes conquistadores, un segundo Aquiles, que llegó a inspirar a los más grandes generales de todos los tiempos, desde Julio César hasta Napoleón Bonaparte.
Y ahí va la anécdota. ¿Alguien sabe cómo se llamaba el caballo de Alejandro? … Eso es, Bucéfalo.