El historiador griego Polibio decía que !los romanos eran más religiosos que los mismos dioses!. En efecto, cada mes tenía varios días reservados a los dioses, feriae, y gracias al poeta romano Ovidio, que escribió en la madurez de su vida un calendario poético llamado Fastos, han llegado a nosotros varias fiestas romanas y las leyendas relacionadas con cada una de ellas.
En la Antigua Roma, marzo era el mes dedicado al dios Marte, el dios de la guerra, hijo de Júpiter y de Juno. En latín se le conoce como Mars, Martis y su adjetivo correspondiente es Martialis o Martius. En nuestra lengua, marcial, lo conservamos, por ejemplo, en las artes marciales o las marchas marciales. Era un mes muy animado: en él en origen se iniciaban de los cargos públicos, tenían lugar los comicios republicanos y, tras ellos, comenzaban los consecuentes consulados. En este mes se reanudaban los trabajos en el campo y se preparaban las armas para la guerra.
Estatua de Marte (Ares) en Villa Adriana (Tívoli).
Marte es uno de los dioses más importantes de los romanos, y pertenece a la triada arcaíca de los dioses superiores (Júpiter, Marte y Quirino). Para calibrar su importancia, baste señalar que el año romano se iniciaba originalmente en el mes consagrado a este dios: Martius mensis. Además, Marte se considera el padre del pueblo romano al ser el el dios que, al engendrar a Rómulo, junto con su gemelo Remo, hizo posible la fundación de Roma. Naturalmente, Marte es el dios de la guerra, una de las actividades fundamentales de los romanos, se representaba armado como un hoplita griego y su animal sagrado era el lobo; pero es también dios de la agricultura, quizás la actividad más importante para estos pueblos agrarios: una de las plegarias más antiguas, que se ha conservado en la obra sobre agricultura de Catón, comienza y termina con la fórmula “Padre Marte”, y en ella se ruega al dios que favorezca las cosechas, guarde el ganado y mantenga a salvo a la familia. Sigue leyendo →